en Astronomía y Espacio

Tycho Brahe, el hombre que pintó el firmamento

Desde que los chinos comenzasen a pintar el cielo de la noche al dibujar el primer mapa de las estrellas, muchos han ido añadiendo más y más astros al complejo sistema de estrellas, planetas y asteroides que rodean la Tierra. Sin el útil telescopio, era complicado tener las condiciones necesarias para ver cada vez más y más, pero la perseverancia de Tycho Brahe hizo que él solo, valiéndose únicamente de su vista, consiguiese pintar un mapa del firmamento mucho más detallado y completo que el que se había conseguido durante siglos de personas mirando al cielo.


I: Tycho Brahe

Tycho Brahe nació en 1546, tres años después de la muerte de Copérnico, y como hijo de una familia de bien, tuvo la suerte de poder formarse en Copenhague en las siete artes liberales: gramática, retórica, lógica, geometría, astronomía, aritmética y música. Fue allí donde comenzó a empaparse del sistema con el que Ptolomeo describía el cielo de la noche, a la vez que se empapaba de otros avances de Ptolomeo como la astrología descrita en Tetrabiblos.

Según cuenta la historia, fue poco antes de que cumpliese catorce años, cuando la previsión de un eclipse solar observado el día y a la hora prevista le maravilló por completo. Quedó prendado por el hecho de que el hombre pudiera predecir con tal precisión la posición de los astros de la bóveda celeste. Aún así, observar y describir los astros celestes no era una ocupación digna para alguien de su estatus social, por lo que durante años su familia le prohibió dedicarse plenamente a ello, aunque Brahe mantuvo su afición como un secreto entre las noches y él mismo.

El 17 de agosto de 1563, Tycho Brahe tomaría la primera de las miles observaciones que tomaría a lo largo de su vida. Una esperada conjunción entre Júpiter y Saturno estaba a punto de suceder, y valiéndose de un compás de dibujante, empezó a describir en los días sucesivos la distancia que el observaba entre ambos astros. Su sorpresa llegó tan sólo una semana más tarde, cuando Júpiter y Saturno se juntaron, adelantándose en más de un mes a las predicciones de las tablas alfonsinas y sin llegar a coincidir tampoco con la predicción de las tablas de Reinhold.

Un año más tarde, Tycho aumentaba su instrumentación de medida con una ballestilla, un antiguo mecanismo utilizado para la navegación basado en una varilla fija y otra deslizante con las que era (y es) posible medir distancias angulares. Tanto el compás como la ballestilla de los que Tycho disponía eran burdas y tenían un alto grado de error, por lo que desarrolló una tabla de correcciones propia para compensar la poca precisión de sus instrumentos.


II: Uso de la ballestilla (fuente)

Tuvo que ser tras la muerte de su padre, el 9 de mayo de 1571, cuando Tycho Brahe por fin pudo dedicarse de forma plena a observar las estrellas. Gracias a la ayuda de su tío Steen Bille, construyó su primer observatorio en la Abadía de Herrevad. Con una instrumentación mejorada, las observaciones comenzaron a mejorar las existentes hasta la época.

El 11 de noviembre de 1572, Tycho Brahe observó un hecho que le concedería la fama mundial. Pese a que desde la antigüedad todas las esferas del firmamento se habían considerado inmutables, un brillo inesperado apareció en la constelación de Casiopea. Otros astrónomos coetáneos consideraron que se trataba de un evento por debajo de la esfera lunar (según el modelo aristotélico), pero las observaciones durante los meses siguientes llevadas a cabo por Tycho Brahe demostraron que su posición era invariante respecto al resto de estrellas, por lo que se trataba de una nueva estrella (conocida como la SN 1572) situada en la misma esfera que estas.

En 1575, la Abadía de Herrevad se había quedado pequeña para Tycho, y Federico II de Dinamarca, al enterarse de sus intenciones de trasladarse a Suiza, le ofreció la isla Hven para que construyera un observatorio como nunca se había construido antes. Un total de 800 hectáreas situadas en el canal que separa Dinamarca y Suecia. Para sustentar las instalaciones, Federico II cedió las rentas de todos los habitantes de la lista, con las que pudo construir una fortaleza a la que puso el nombre de Uraniborg, El Castillo Celeste.

Allí, durante los 26 años siguientes se reunieron muchos amantes de las estrellas que ayudaron a Tycho Brahe a conseguir la mejor descripción del firmamento hasta la época, superando con creces la hecha por Ptolomeo varios siglos atrás. Un total de 777 astros fijos aparecen descritos en su obra Progymnasmata junto a descripciones y diagramas de los métodos con los que los había observado. Desde que escribió su obra maestra hasta su muerte, fue capaz de localizar 223 astros más, llegando al millar de astros identificados.


III: Mapa de la isla de Hven con el Castillo de las Estrellas (fuente)

Pero además del gran detalle de la obra de Tycho Brahe, también hay que destacar su gran precisión. En el Castillo Celeste, Tycho Brahe supervisaba la creación de instrumentos más precisos, más grandes y más estables para observar las estrellas, e incluso se convirtió en el primer astrónomo en percatarse de la refracción de la luz, construyendo tablas para corregir su efecto en las observaciones.

Pese a sus grandes avances, Tycho Brahe nunca abandonó su visión geocéntrica del universo, aunque era consciente de que un modelo heliocéntrico (https://recuerdosdepandora.com/ciencia/galileo-la-ciencia-el-heliocentrismo-y-la-inquisicion/) facilitaría mucho la explicación de sus observaciones. Por ello, optó por un término medio entre el heliocentrismo y el geocentrismo, situando la Tierra en el centro del Universo, el Sol girando en torno a ella y los planetas girando alrededor al Sol.

A su muerte (o asesinato), las notas de Tycho Brahe pasaron a manos de un joven Johannes Kepler, quién se valió de ellas para describir por primera vez de forma realista el movimiento de los planetas en un modelo heliocéntrico con órbitas elípticas, conocido como las Leyes Planetarias de Kepler. Posiblemente, sin estas observaciones, a Kepler le habría costado muchos años más llegar a esas conclusiones que supusieron un gran avance para la ciencia.

Fuentes y más información:

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