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Richard Feynman: un físico adicto a los bares de topless

Advertencia: La entrada a continuación contiene imágenes NSFW (no seguras para horas de trabajo) por contener fotos con desnudez.

Richard Feynman fue un estadounidense que ha pasado a la historia por ser uno de los más importantes físicos del siglo XX. Fue galardonado con un Premio Nobel de Física gracias a sus trabajos en el campo de la electrodinámica cuántica y los diagramas de Feynman. Además, trabajó en el campo de la computación cuántica, hizo las primeras incursiones en el campo de la nanotecnología y también tuvo el dudoso honor de haber formado parte del proyecto Manhattan.


I: Richard Feynman

Más allá de su gran popularidad como físico, Feynman fue un personaje peculiar. En muchas facetas de su vida mostró ser una mente despierta y racional, sabiendo siempre extender su lógica científica a los ámbitos de la vida cotidiana. Un ejemplo de esto fue lo acontecido tras un gran incendio en la región de Altadena, cerca de donde él vivía, en 1978. Semanas después, fue el único de toda la región que se adelantó a contratar un seguro contra riadas, algo nada común en la zona. Tan sólo un año después, todos se quedaron admirados ante su capacidad deductiva cuando tras las fuertes lluvias del año siguiente, una gran riada destruyó gran parte de las casas de su vecindario.

Pero lo que hoy quiero rescatar, es la cara más extravagante de Feynman, la que muestra en su libro Surely You’re Joking, Mr. Feynman! (¡Seguro que está bromeando, señor Feynman!). En él, encontramos interesantes anécdotas sobre su carrera como científico y sobre su vida personal, siendo muchas de ellas perfectas muestras de la personalidad fascinante del físico en su día a día.

Una de las más sorprendentes aficiones relatadas en este libro autobiográfico, y que nunca ocultó, fue su adicción a los bares de topless. Feynman relata cómo le gustaba la atmósfera de este tipo de bares para relajarse. Allí solía pedirse un 7-Up, y disfrutar del entretenimiento visual. Una vez relajado, aprovechaba la inspiración para escribir reflexiones y ecuaciones en las servilletas del local.


II: Feynman en un bar de topless

Por supuesto, en estos bares, las damas no eran mujeres recatadas, pero Feynman tenía una gran frustración por el hecho de tener que pagar las copas de multitud de ellas sin que consiguiese terminar con ellas ninguna noche. Así que, un día hablando con un amigo suyo, le recomendó que antes de pagar las copas y la cena a cualquier mujer, pensase en ella como si se tratase de una puta cualquiera y le preguntase primero si se acostaría con él, a fin de no perder dinero en vano.

De este modo, Feynman afrontó con una mentalidad totalmente distinta la siguiente noche. Se acercó a uno de sus bares de topless favoritos. Allí, mientras estaba mirando el espectáculo, una mujer se le acercó, presentándose con el nombre de Ann, y le preguntó si quería que le invitase a una copa, a lo que Feynman como un resorte respondió que no. La mujer se fue inmediatamente, pero no tardó en volver para ofrecerle ir a su casa a tomar algo.

De camino a casa de Ann, pararon a comprar unos bocadillos y unas bebidas. Feynman intuitivamente terminó pagando, y se percató de que la mujer ni siquiera hizo ademán de poner un sólo céntimo para colaborar. Entonces la mente de Feynman comenzó a funcionar a toda velocidad, y recordó el consejo de su amigo sobre pensar en las mujeres como putas y el hecho de preguntarles por el postre antes de comprar la comida. Sus pensamientos fueron tan rápido, que sin mediar más palabra le dijo a la mujer: ¡Eres peor que una puta!


III: Dibujo de Feynman con sus dos grandes pasiones

Ann, atónita, se volvió a él y le pidió explicaciones. Feynman no dudó en decirle que no le parecía normal no haberle pagado el sándwich cuando claramente se estaba aprovechando de él y no parecía tener ninguna intención de tener relaciones sexuales con él despúes, y no tembló al pedirle que le pagase su parte de la cena. Ann, totalmente desconcertada, optó por terminar pagándole y marcharse a su casa, dejando a Feynman tirado.

Feynman regresó al bar de topless, y le contó a su amigo la gran hazaña que había llevado a cabo. Su amigo le respondió que había hecho lo que tenía que hacer, y que en un rato comprobaría cómo la mujer volvería a buscarlo para terminar la noche con él. Feynman se mostró escéptico, pero en cuestión de dos horas Ann aparecería de nuevo en el bar de topless para proponerle que fuera a casa con ella a terminar el día.

Esta anécdota es una de las muchas muestras de que la genialidad de Feynman va mucho más allá del campo de la física, mostrando como un tipo natural, vividor, con un gran sentido del humor y con gran pasión por el cuerpo femenino. Esto último lo explotaría al máximo a partir de los cuarenta años, cuando comenzó a dar clases de pintura y empezó a dar rienda suelta a su parte más artística, dejando como legado a su muerte una interesante colección de dibujos y pinturas.

Fuentes y más información:

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