en Escepticismo

¿Desaparecen las ideas absurdas con el tiempo?

George Bernard Shaw fue un hombre de extremos. Pasó a la historia por ser uno de los escritores más relevantes de la primera mitad del siglo XX, convirtiéndose en el primer hombre en conseguir un Premio Nobel y un Óscar. Pero además fue un vegetariano convencido que luchó activamente contra la crueldad del maltrato animal, un abanderado de la pena capital y, en su parte más oscura, un elitista defensor de algunas de las facetas más sórdidas del fascismo y el nazismo.

Por todo ello puede parecer -y posiblemente lo sea- un personaje despreciable, cuyas ideas deberían ser condenadas al olvido. Pero yo siempre he sido una persona a la que le ha gustado no idolatrar a ningún personaje, pero al que sí ensalzar las ideas brillantes. Por ello cuando pienso en Shaw prefiero olvidarme de sus facetas más odiosas para quedarme únicamente con su inigualable posicionamiento frente a las creencias absurdas, centrándome en sus escritos sobre escepticismo y ateísmo.


George Bernard Shaw (fuente)

En 1932, George Bernard Shaw publicó Aventuras de una negrita en busca de Dios. Pese a que la novela nunca fue su punto fuerte, este libro que explora la naturaleza de los dioses se convirtió en un popular bestseller de la época. Su controversia llegó hasta tal punto que durante décadas estuvo censurado en bibliotecas de medio mundo, por tratar a todos los dioses de todas las creencias como anticuados, mezquinos e intolerantes, de una forma satírica e hiriente.

Pero aún más brillante que la novela en sí, es su extenso prefacio. Un escrito en el que recorre los distintos dioses bíblicos, los avances y retrocesos de las grandes religiones y cómo el ser humano es capaz de adaptarse rápidamente a las nuevas creencias, tomándolas como históricas a su antojo.

Y es de este prefacio de donde quiero rescatar una de sus reflexiones más brillantes desde mi particular punto de vista (obviando esta joya):

Algunos irresponsables insisten a veces en que somos una especie conservadora, incapaz de asimilar nuevas ideas. Yo no lo creo así. A menudo me horroriza la avidez y credulidad con que las nuevas ideas se acaparan y adoptan sin que exista una justificación mínimamente convincente. La gente cree en todo aquello que la entretiene, la satisface o le promete cualquier tipo de beneficio.

Me consuelo, como hacía Stuart Mill, pensando que con el tiempo las ideas absurdas perderán su encanto, pasarán de moda y desaparecerán; que las falsas promesas, cuando queden incumplidas, serán objeto de cínicas burlas y después caerán en el olvido; y que tras ese proceso de criba las ideas sólidas, que son indestructibles (pues hasta suprimidas u olvidadas se las vuelve a descubrir una y otra vez), sobrevivirán y se incorporarán a ese conjunto de conocimientos establecidos que denominamos ciencia.

De esa manera adquirimos toda una variedad de concepciones bien comprobadas con que amueblar nuestro intelecto, y ese mobiliario, claramente distinto de la pseudoeducación de las escuelas y universidades, es lo que conforma la educación propiamente dicha.

— George Bernard Shaw

En 1932, un hombre de letras como Bernard Shaw ya veía la solidez de las pruebas y la ciencia como la salida para dar luz a un mundo sumido en la oscuridad de viejas y nuevas creencias, donde toda superstición parece tener su hueco para llenar de fantasmas las mentes de las personas más débiles y crédulas.

Si Shaw levantase la cabeza, estaría horrorizado de ver cómo el mundo no ha progresado. Esas ideas absurdas que tan seguro estaba que perderían encanto, no sólo lo han mantenido, sino que además se han cubierto de un misticismo atractivo para todos aquellos a los que la realidad no les parece suficientemente maravillosa.

Las consecuencias de esta forma de pensar las vemos día a día en las noticias, observamos cómo la ciencia cada vez tiene menos recursos, cómo los científicos tienen que huir para poder servir valiosamente a la humanidad y cómo todo tipo de creencias, ajenas a esta crisis, no sólo se mantienen, sino que se levantan poco a poco con más y más fuerza.

Fuentes y más información:

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