De sobra es conocido el problema de espacio de Manhattan. De hecho, este no es un tema nada reciente. Hace más de cien años -poco después de la creación de Nueva York como la unión de los condados de Bronx, Brooklyn, Queens, Manhattan y Staten Island- Manhattan alcanzó su máximo histórico de población, superando más de 2,3 millones de habitantes en apenas 60 kilómetros cuadrados de superficie.
Cierto es que Manhattan era el único de los cinco condados de Nueva York que tenía un grave problema de superpoblación y que la ciudad podía seguir creciendo en Brooklyn, Queens, Staten Island o Bronx -como ya lo había empezado a hacer-, pero al ser Manhattan una isla que concentraba las finanzas y el comercio de la ciudad, un crecimiento más allá de esa isla suponía a vista de muchos un impedimento en el desarrollo y avance de la ciudad.
Precisamente este problema y el gran crecimiento que experimentó Nueva York en los primeros años del siglo XX fue lo que llevó al doctor T. Kennard Thomson a presentar un ambicioso megaproyecto de ingeniería en 1916 con el que pretendía cambiar Manhattan y la ciudad de Nueva York por completo para dotarla de un mayor margen de crecimiento en el futuro.
En 1911, cuando Thompson comenzó a concebir el proyecto, la ciudad de Nueva York tenía en torno a 5 millones de habitantes -no muy lejos de los 8 millones actuales-, pero tras la ejecución del proyecto esperaba que la ciudad tuviera capacidad para un total de 25 millones de habitantes.
El punto clave de este gran proyecto se centraba en secar por completo el East River uniendo Long Island (la isla donde se encuentran Brooklyn y Queens) con Manhattan. Para mantener una ruta marítima rápida entre el norte de Long Island y el sur, se proponía la creación del canal New East River aprovechando el lago Meadow, conectando otra vez la bahía Flushing con la bahía Jamaica.
Manhattan no solo crecería hacia el este, con la adhesión de Queens y Brooklyn, sino también hacia el sur con la creación de 8 kilómetros más de tierra, con el objetivo de centrar la posición de Wall Street respecto al resto de Manhattan y acercando Manhattan a Staten Island. La cercanía entre Manhattan y Staten Island simplificaría la creación de un túnel entre ambas islas.
Pero la ambición de Thompson no terminaba en Manhattan. Staten Island por su situación geográfica estratégica merecía también una extensión para prevenir futuros problemas similares a los de Manhattan, por lo que propuso la creación de dos grandes masas de tierra unidas al sur de Staten Island con pequeños istmos, así como la creación de una gran isla al norte de Sandy Hook con la que se uniría el resto de Nueva York mediante otro túnel. También New Jersey se vería levemente modificado al ver crecer sus costas frente a la isla de Manhattan.
El proyecto inicial en su conjunto añadía a la ciudad de Nueva York un total de 130 kilómetros cuadrados de superficie y más de 160 kilómetros de costa que permitirían aumentar sus puertos y así el comercio marítimo de la ciudad, que ya por aquel entonces amenazaba con saturarse por falta de espacio para carga y descarga de mercancías.
Thompson alegó que el proyecto tenía el apoyo de más de cien ingenieros que demostraban su viabilidad. Aun así, en los años posteriores a la presentación del proyecto, Thompson vio cómo su proyecto era excesivamente ambicioso y carecía del gran apoyo institucional necesario para ser ejecutado, por lo que redujo paulatinamente su campo de acción. En 1919, tan sólo 3 años después de la presentación oficial del proyecto en la revista Popular Science, Thompson había reducido su campo de acción a la expansión de Manhattan hacia el sur y la expansión de New Jersey hacia el este.
En 1921 creó la compañía The Manhattan Extensión Inc. con el objetivo de comenzar las obras, que Thompson estimaba que le llevarían en torno a cinco años. Pero pese al apoyo residual de algunas organizaciones como la Broadway Association y que no tuvo grandes opositores dentro de Nueva York y Estados Unidos, el apoyo masivo y la financiación seguía sin llegar.
En 1930 Thompson volvió a modificar una vez más sus planes, eliminando la expansión de New Jersey pero aumentando la nueva área de Manhattan por el oeste. Aun así, su megaproyecto siguió sin evaluarse como una opción sería de crecimiento. Entonces llegaron a Nueva York los grandes rascacielos, el Chrysler en 1930 y el Empire State en 1931. Con ellos, una nueva manera de crecimiento más viable apareció, dejando a Thompson y sus proyectos en el olvido.
Fuentes y más información:
- A Really Greater New York
- Think Big
- Popular Science, 01/1916
- 1916 Plan Would Have Added 50 Square Miles of Artificial Land to NYC
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